martes, 5 de febrero de 2008

* entre Quesos anda el Vino *


Entre quesos anda el vino

Escrito en Vinos, Maridajes, Tips, Gourmet por Deby
En muy pocas casas latinoamericanas se come el queso al final, antes del postre, como hacen los franceses. Los ingleses, en cambio, lo sirven después del postre, en general acompañados de un buen Oporto.

Creo que la idea de cerrar una comida con quesos, tiene sus ventajas ya que ciertos quesos actúan como digestivos.

Un plateau de fromage, es perfecto si uno decide un plato único.

Si algún invitado se quedó hambreado puede compensar, con pan y queso. Y terminar esa misma botella de vino que acompañó la comida. En ese caso habría que elegir el vino adecuado para acompañar al plato y a los quesos.
Hay muy buenas opciones de vinos mexicanos –e importados- en el mercado para acompañar este producto lácteo.

Un Cabernet Sauvignon & Merlot (el Chateau Domecq Cava Reservada, por ejemplo), puede andar muy bien con un Gruyère medio picante, un Emmenthal y hasta con un juego de sabores dulces y salados como puede ser un trozo de queso manchego con unas fetas de ate de membrillo.

Para el “desarmable” queso Oaxaca, nada mejor que un Merlot XA-Tinto, un rojo rubí intenso que hace buen equipo con los quesos suaves.


Un queso suave y tan femenino como es el Brie, no puede ceder su delicadeza frente a vinos muy pesados, por lo que es un producto para servir junto a una fresca copa de blanco, como puede ser un Blue Rhin de Oppenheimer, un vino alemán muy delicado que lleva un corazón de uvas Müller-Thurgau.

Para los quesos azules (que en otras épocas llamábamos genéricamente Roquefort) como son el gorgonzola, cabrales o stilton, se imponen los vinos con dejos dulces, como puede ser el Diamante, un vino españo, blanco y semidulce elaborado con uvas Viura y Malvasía que merece tomarse a unos 10 C. Otra opción es el rosado Blanc de Zinfandel XA, un interesante vino con recuerdos a frambuesas. Si quiere seguir el ejemplo de los ingleses, anime a estos quesos con un buen oporto del tipo Tawny o Six Grapes.

Si el queso es de los picantes, como un gruyère, o un emmental mire a los tintos: un buen maridaje sería con un Reserva Real Tinto, un vino envejecido en barricas de roble, con mucho carácter y personalidad para enfrentar a estos duros exponentes lácteos.

Si en cambio, ha quedado de la última sesión de pasta una buena cantidad de queso parmesano, es una buena excusa para descorchar un riojano de pura cepa como es el Marqués de Riscal, un vino que ya es un clásico (y que no lo defraudará nunca), de marcados tonos cereza muy astringente y aromático.

Para el fontina, o los suaves quesos tipo holandeses, Merlot. Una buena opción es el Sunrise Merlot de la casa chilena Concha y Toro, de buen balance y persistencia en boca además de un fuerte aroma a cherries, ciruelas y algun toque de cacao.

El maridaje de queso y vino es uno de los romances más estables de la historia de la cocina.

Para tranquilidad de los paladares, casi no existen combinaciones difíciles y siempre es un buen team para iniciar una comida o para ser “el” centro de una reunión.

Innove con vinos y quesos, vale la pena ir creando y descubriendo sus propias alianzas entre estos cómplices inseparables

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