miércoles, 27 de agosto de 2014
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* Pandora * Glamour Gourmet
“Hay dos tipos de viajeros en la vida, aquellos que parten y aquellos que retornan, los primeros miran el mapa, los segundos miran el espejo…” Estas palabras se las dirá el tío Aimilios a Fanis, y podría decir que es la mejor manera de sintetizar la película y lo que Tassos Boulmeti quería transmitir en ella. Un Boulmeti que emigrara a los Estados Unidos para perfeccionar su carrera de cineasta alejada de su tierra natal, Grecia, y su primera vocación, la ciencia. No obstante, tras un largo periplo publicitario y colaborando en diferentes películas de Hollywood, en donde aprendió las técnicas, (incluidas en efectos especiales, aunque esta película carece de ellos), que luego metió en la maleta al regresar a Europa. Probablemente estamos ante la mejor película del cine griego, sino en cuanto su calidad, (que es muy alta), sí en cuanto a recaudación y número de asistentes, batiendo todos los records griegos de la historia de su cine e igualando a Titanic en las estadísticas. No puedo negar que al verla intuí ciertos paralelismos con Cinema Paradiso, del italiano Giuseppe Tornatore, tales como la infancia añorada, la presencia del amor que queda en el baúl de los recuerdos y la figura del adulto comprensivo y tierno como referente para un preadolescente que se distanciará de él y nunca mirará atrás hasta que siente la llamada de la tierra, la nostalgia, los recuerdos y el corazón. Fanis, (protagonista), es un muchacho griego que se cría en Turquía, en Estambul, de padres griegos, cristianos ortodoxos, inmerso en el mundo islámico. Su abuelo, un tendero que vende especias, le irá explicando cómo enfrentarse a la vida a través de una retórica filosófica cuyos elementos, como punto de partida, serán siempre productos culinarios, y más concretamente, las especias. Filósofo y amante de la astronomía, sin pretensiones, como afición, pero a la cual recurrirá cada vez que tenga que dar una explicación a su nieto. Y tendero como era, vendiendo especias, sentía la cocina muy dentro, por lo cual compaginará durante toda su vida sus dos aficiones, razonando a Fanis que ambas están estrechamente unidas, pues incluso, la astronomía, según él, forma parte, de algún modo de la gastronomía, motivo por el que quiere razonar que ambas palabras se fusionen en una, o mejor dicho, que por ese motivo, aparece la palabra “astronomía”, (g-astronomía), dentro de la otra. Hay una escena en la que el abuelo Basilis explica el universo a Fanis, dibujándolo sobre una mesa con especias que bien merece verse toda la película para ver cómo, en una amalgama de colores, representa a la tierra con un puñado de sal. Tenemos en esta película un perfecto mosaico de especias que nos salpicarán en cada escena y contrastarán entre sí, dependiendo siempre de qué tipo de gastronomía nos presente en cada escena, sea europea, por Grecia, o asiática por Turquía. No podemos obviar el influjo asiático en la gastronomía griega, así como la impronta musulmana en la misma. La griega, mediterránea por todos sus costados, dados los roces demográfico culturales propios de su historia y su geografía ha sido influida, y en algunos casos beneficiada por la oriental, de ahí la abundancia de especias. Unas especias más propias de Asia, así como el interés europeo, y me remonto a la Edad Media, por alcanzarlas, abastecerse y disfrutarlas, hecho que no ha variado ni un ápice con el paso de los siglos, y podría remontarme incluso a la época romana, llegándose incluso a crear rutas específicas para conseguir tan preciado bien. Especias que dotarán de colorido a la pantalla, e incluso, con el revuelo que los personajes armarán cada vez que se adentren en una cocina nos sentiremos impregnados con sus aromas y texturas. Pues cocinas se ven, y bastantes en esta película, cocinas, cocineros, cocineras, principiantes, aprendices, e incluso veremos un episodio en el que hasta toda una familia opina sobre la idoneidad de una novia para entrar a formar parte de la familia en función de sus dotes culinarias. E incluso hasta una cocina de juguete, que le regaló Saime, el eterno amor de su juventud, cuando tuvo que abandonar traumáticamente Turquía con el resto de su familia. Porque parte dramática hay, y de tensión, pues como griegos residentes en Turquía, y debido a las constantes tensiones políticas (y religiosas) entre ambas naciones y modos de entender la vida y la Libertad, siempre habrá un fondo prebélico en la película, llegando a deportar Turquía a todos los griegos residentes en su territorio por temer el espionaje, y esto precisamente le pasa a la familia de Fanis, motivo central de la película, que le separará de su abuelo por muchos años, pues una vez en Grecia, siempre esperarán la visita de este. Existirá una condición que la policía turca pondrá al padre de Fanis para poder quedarse con toda su familia, convertirse al islam. Con todo el dolor de su corazón, decide no hacerlo, incluso viéndose obligado a irse a Grecia, fiel a sus principios, marchándose de la ciudad que pese a ser griego de nacimiento, ama de toda la vida. Con el paso de los años, Fanis será un cocinero consumado y se dedicará a la astronomía, cerrando un círculo impulsado por su abuelo cuando niño.